MI TÍO MARIO
Hombre de una pieza.
Como él mismo lo hubiera descrito: frentero, sin entreveros, ni hendijas.
Ese fue el queridísimo Tío Mario que conocí.
Recibió la vida y la hizo suya, sin dilaciones ni titubeos. La tomó en sus manos, la moldeó y forjó a su propio antojo, para no perder de ella ni un solo instante.
La vida rebosaba en todo su ser, desafiando al mundo que lo rodeaba con sus refulgentes ojos y un abierto AQUÍ ESTOY.
Cada día fue una vida para él, un reto a enfrentar, una meta a coronar, era necesario entonces reiterar su afán de existir ante la naturaleza que lo rodeaba, y para ello con acompasado esfuerzo, marcándose a si mismo hitos extremos, hacía suyo cada metro de toda comarca que lo vio pasar.
Le era indispensable rebasar la vida normal y en su búsqueda, encontró la mejor manera: compartir ese cúmulo de palabras que bullía dentro de sí en forma incontenible, adueñándose entonces de la - primera persona - para a través de ella, y con el adjetivo sonoro, punzante y franco como cincel, esculpir la historia a través de las biografías de seres controversiales como el propio autor y a la vez, describir y analizar como ninguno, su entorno, sus campos, ciudades y gentes, todo ello gracias a los únicos y prolongados viajes que a ellas realizaba desde el aislado y seguro mundo de las bibliotecas.
Seguro, con total seguridad de sí mismo, fue un iconoclasta por naturaleza, sin importarle ni buscar la figuración, y cuando accedío a ella, lo hizo con su sello personal. Los genes boyacenses lo hicieron ingresar a la política, presentándose ante la comarca de cuerpo entero, abriendo de par en par su personalidad con un "NO LE TEMA A LA INTELIGENCIA,. VOTE POR MARIO H. PERICO RAMIREZ" como lema de campaña, para así no dejar duda alguna acerca del candidato.
Devolvió honores y membresías académicas, pero las aceptó cuando quiso, y al llegar a su cenit, recibiéndose emocionadamente como Miembro de la Academia Colombiana de la Legua, empezó a considerar que había triunfado en su propio desafío.
Pero ese personaje duro, apasionado, arrogante por naturaleza, se transformaba ante su esposa, su hija, sus hijos, sus nueras, su yerno, sus nietos y sus nietas. Entonces la antítesis de su ser cobraba vida y todo ese volcán interior se transformaba en amor, ternura, generosidad extremas, sin términos pero con una sola y absoluta condición dejarse consentir por el esposo, el padre y el abuelo.
Algo muy profundo nos unió y aun cuando estuviéramos alejados en el espacio, cada uno sabía que ahí estábamos el uno junto al otro. Como siempre abierto y total, me declaraba su sobrino favorito. Lo ví junto a mí en momentos especiales, desde los más felices hasta el más doloroso.
Finalmente, confluimos buscando el sosiego y la paz en nuestro refugio boyacense, allí me despedí de él, una inolvidable tarde de diciembre, luego de una de nuestras consabidas largas y deliciosas charlas, en la cual hizo que su hijo y médico Ricardo, abordara en forma escueta el tema de su salud. Entonces supe que era el adiós.....
El Tío Mario luego de cumplir al detalle con cada estadio de su vida, se ha ido a regañadientes a descansar y al despedirse de todos y cada uno de nosotros, desde la eternidad nos dice:
SÍ, YO FUI MARIO H PERICO RAMIREZ Y QUE !!!!
In memoriam
JOSE MOJICA PERICO
Marzo 25 de 2.009