Poesías


Romance en Do Mayor. 

Para Santiago Perdomo Perico, "El primer nieto".


¡Santiago y a ellos!
gritaban los machos lanudos
de mugre y de sueños
de la ardiente España.

Y con esas letras
bailando en sus lenguas,
clavaban infieles
y moros y negros
y caciques indios y atorrantes laicos.

¡Santiago y a ellos!.

Expresión de rabia, de miedo,
de afanes de gloria.
Locuras de raza pujante,
lanzón de guerrero,
parche de pirata,voz de presidiario, de cura
con bragas, de pobre, de rico.

Santiago te llamas.
Así te crismaron.
Tres sílabas fuertes
alumbran tu cara.

En la sangre llevas
antorchas, luceros,
espigas y llamas,
tizones, claveles,
violencia y ternura
y un poco de harina de trigo
para hacer mañana
cuando tu lo quieras
el pan de tu vida.

Todo ese equipaje
que llevas a cuestas
en algún instante
te hará detenerte,
y mirar al mundo,
y entender la vida.
Y emplear uno a uno
los dardos de tu alma.
Y ponerle tildes
a las madrugadas
o cargar de risas
tu fresca garganta
o tapar las luces
de tus ojos tibios
con algún desplante,
para que el responso
de tus sentimientos
no sea una lágrima,
no sea un quejido,
sino el taconeo
del Taita amoroso, crujiente,
pendenciero y dulce
el que te salude
cuando seas un hombre
con nombre de Apóstol
y manos de hierro
y dedos de seda
y dientes de azúcar
y pecho de toro
y hombros y cintura
que puedan plegarse,
doblarse
como un abanico
de fuerza y dulzura.

¡Santiago y a ellos!
debe ser tu emblema,
tu daga, tu punzón,
tu escudo, tu estoque.

Prepárate entonces
a ser un arcángel
con alas de bronce,
con musgo en el cuerpo
con dulces caricias
en las coyunturas
y una flauta mágica
entre la saliva
para que conviertas
el mundo en un aire
de blandos cristales,
de amor y esperanza.


Mario H Perico Ramirez
Abril de 1981


Para la niña que crece

Mariana Perdomo Perico


Estás creciendo, mi niña
como un tulipán maduro.

Tu piel se viste de arrullos
tus ojos no saben como
disimular sus destellos;
el verde y el amarillo
y el azul, se mezclan
en tus pupilas doradas,
y todos éstos colores
le hacen guiños al viento
para que el viento, resuelva
darle las gracias al cielo
por tener en tus miradas
ángeles con alas blancas.

Bogotá, diciembre 2 de 1.998

Tu abuelo.
Mario H.

 

 Poema - A los hijos, a la hija, a los nietos y a las nietas:


Estoy aquí.
En medio de mi propia esencia.
El país de mi sangre
se ha vertido
en diferentes venas.

Tres banderas enseñan
la calidez del mundo
que he creado.

He sembrado de estrellas
la tierra de tu madre,
las puntas de diamante
que he regado,
tienen sus propios nombres:
Mario, Claudia, Ricardo.

Y en esa trilogía
misteriosa y sencilla,
he vivido, mis sueños
y he soñado,
que mi carne y mi hueso
han tenido
la calidez de un día despejado
y toda la armonía
de un arrebol pintado
del color aceituna.

Me planto frente a mí
y me miro los ojos
y me asombro de ver
en mis pupilas,
la luz policromada
de otros ojos,
que también son los míos.

Y los nietos y nietas
Santiago, Mariana, Laura, Daniela, Lina y Camilo
desfilan ante mí
con el genio arrogante
y pendenciero:
que tanto he padecido.

Y un orgullo morboso
me cobija,
de talones a sienes.

Y entonces sí
me siento remozado
y ese turbión de voces,
que me envuelven,
me sacuden
como una catarata de emociones
que me gritan
que no he vivido en vano.


Mario H. Perico Ramirez
Bogota, Junio 20 de 2004


Poesía - A una nieta:









Del libro "Al borde de tus sueños", Imprenta municipal, Bogotá - 1953. paginas 15 y 17.

Cercana o a distancia


Que será de mi amor cuando lo dejes
en inútil nostalgia convertido?
Desgajado en la tarde sollozante, 
sin el país que le fijo tu nombre, 
sin la comarca ansiosa de tus manos
ciñéndole perfecta sus cabellos.

¿Que será de mi labio sin ternura
repitiéndome en vano la pregunta:
ese beso que di, tiene regreso?
¿esa voz que callé tiene futuro?
se se astilló el silencio para hablarte:
¿por qué muda te vas sin contestarme?

Y el corazón será como un mendigo
enredado en su propia incertidumbre;
sin latido, sin música, sin habla, 
en doloroso caminar de ciego,
extenuando su planta en los caminos
que supieron del tacto de tus dedos.

Y mi voz que te llame, y no te encuentre
en el mismo recodo en que soñabas, 
enhebrar las sonrisas a tu boca
en unánime gozo, en sosegado
culminar de caricias imperfectas.
¿Qué será de mi voz si no te encuentra?

Por el mismo desecho seguiría 
toda mi humanidad agavillada:
y sin ser realidad, serían mis ojos
los que a los tuyos, niña, los miraran,
y sin saber por qué, sería mi boca 
la que a la tuya niña, la besara.

Cercana o a distancia, fría o dulce,
al borde de tus días o a la orilla 
de todos tus insomnios estaría:
callando los silencios para oírte
la verdad de mi sangre penetrando, 
bajo el pórtico esbelto de tus sienes.



Poema de agradecimiento del Dr. Mario H. a Amparo Peña Junca, por el cuadro que les hizo al escritor y su esposa:


PARA MI NUERA "La Negrita"


Tu mano?

Fue tu mano
la que trazo
los rostros
de Mario y de Yolanda?

Fueron tus dedos ágiles los que dieron
los rictus
de esas caras
que tu las delineaste
con la sabiduría
que solo pueden dar
la alquimia de unos dedos
cuando llevan
muy dentro de su sangre
la fácil contextura
de un artista,
que plasma y que compone
con  la eternidad por compañera.

Mi frente, mi boca, los
ojos de Yolanda quedaron
sometidos a que el tiempo
los cubra de todas las miradas de aquellos,
que llevan la semilla
del amor que reposa
en las ojeras de nosotros.

Tu impronta esta signada
con  la cruz de tu lápiz
y el golpe de tu sangre.

Y ahí queda.

Rampante y dulce Amparo,
Sin igual y sin fronteras.

Santafé de Bogotá
Diciembre de 1.999






Carta enviada al hijo y su familia, cuando vivían en Cartagena de Indias, capital del Departamento de Bolivar, Colombia.




Ricardo, Amparo, Daniela, Camilo, hijos adorados:


          Les envio mi corazón
y en él van, mi ternura y mi amor.

Sigo en la trinchera intelectual,
ese es mi oficio. El artículo
de Ernesto es un buen ensayo.
Sobre todo el apellido que
nos vincula está como todos,
mis amados hijos, en letras de
molde.

         Daniela mi pequeña y
adorable criatura, te abrazo
y beso en la distancia.

         Camilo, mi señor del
ademán y del gesto, mi sangre
te late en las sienes, como si
fuera un murmullo amoroso.

         Negra, mi cariño
cada día, crece cerca a tu
corazón y te rodea con la fuerza
de un abrazo interminable.

         Ricardo, la longitud
y la discusión de tu ausencia se
disminuye con tu felicidad y
progreso.

                       Los ama.

Mario H. Perico Ramirez




CAMILO PERICO PEÑA

Para mi nieto

Camilo:
Vienes de más allá del corazón.

De la entraña de un mundo
donde los hombres que habitaron en él,
pigmentaron su piel
con las ascuas de los sueños
y las escamas de la acción.

De un mundo
donde las caricias y los gritos
escarbaban el aire
con las uñas de la violencia y la ternura.

De un mundo,
de ventarrones vestidos
con las ruanas de los atardeceres.

De un mundo,
donde los abuelos se imaginaban
que el filo de su verbo
les serviría de cuchillo
para tajar sus ambiciones,
y atravesar el pecho de sus ansias
sin recibir heridas.

Equivocados estaban. Ese mundo
les exigió, la saliva de la zalema, 
el ácido de la mentira, 
la cicatriz de la entrega.

Ellos, tus abuelos, sin doblar la cabeza
repartida en sus nietos
conquistarán la tierra prometida.

Y ese mundo
de algodón y se semillas altivas
regará tus raíces, así no lo desees.

El espectro de la soberbia y del talento
te pringará las venas
y alterará tu pulso
en un ritmo creciente de ambiciones
y logros.

La herencia de tus ancestros
es un arcángel,
con espuelas de fuego
y cascabeles tonantes en las sienes.

La tendrás atada a tus tendones
inevitablemente, 
salpicando goterones de lava
entre tus dedos.

Camilo:
Te miraré siempre por encima del aire,
del tiempo, de la distancia
y me contento, porque intuyo
un huracán de cielos retenidos 
en medio de tus ojos, 
y percibo un mapa de prodigios
en las extrañas líneas de tus manos
que también son las mías.

Vas a lograr quizás lo que yo nunca pude,
el éxito, la fama, la gloria
emplumada de serpientes y de palomas,
pero amasada por tus quijadas y tus dientes
y saboreada por tu lengua
como si fuera un pan de trigo y de diamantes.

Camilo:
Tres sílabas te signan tu destino.
Tres sílabas que tienen
los mejores augurios:
desbócate en la vida como un potro sin freno,
delira como él con soles virulentos,
con cascos imperiosos,
con fuerzas que te fundan los huesos
con tu alma.

Y alcanzarás, te juro, praderas infinitas
donde tú solamente puedas mirar al cielo 
sin nadie que te estorbe.

Así te quiero ver
cuando repose mi cabeza en la almohada
donde los duendes y los magos
van a hablarte de mi.

Mario H. Perico Ramirez
Bogotá, diciembre 21 de 1.992



  CLAUDIA 

 El dia de tu boda


Mi negra, mi niña,
mi golondrina oscura
te casas hoy,
y se pringa el alma
y se me ampolla el labio
y se me troza el corazón
de solo mencionarlo.

Mi negra, mi vivaracha estrella,
mi pequeña amapola,
mi morena, mi hija.
Parte así no más
repleta de milagros, 
dando besos como si al regalarlos
repartieras espigas y canciones.

Y, sin embargo,
eres la misma de antes.
Aquella de las trenzas
con cintas y ruiseñores en las puntas.
Aquella de las risas 
con timbre de campanas.
Aquella que soñaba
con un amanecer en mi costado
y un pulso derretido entre mi diestra.
Aquella de ojos grandes y verdes
y redondos,
que se me demoraban un poco más acá
de mis quimeras, para no molestarme.

Y sin embargo, eres la misma de antes.
Esa es la gracia y la ventura
y además la conquista de tu vida.

Te casas y te marchas?
Esta bien, no te marchas sino que te retiras de mis dedos 
que intentaron pulirte,
y apenas si te dieron mazorcas de ternura
para que las guardaras en tu sangre,
y las dejaras sueltas cuando vengan mis nietos.

Esta bien, no te marchas.
Abres de par en par
tu poderío de mujer
y aprietas con tus dientes
tu cintura de joven
para seguir la línea de tus pasos,
sin equivocaciones ni misterios.

Y así, con gran dulzura
y una gota de ajenjo,
me pones frente a la soledad.
Tal vez para enseñarme, a mi , a tu padre
que el bordar mariposas en una nube gris, 
es placentero, mientras se tenga 
la aguja milagrosa que retoque los sueños
y los hijos,
y se posea la puntada de las ilusiones 
y el hilo de los brujos
y el dedal de las hadas.

Te adora
Mario H. Perico Ramirez




ESTA NOCHE


¿Que siento esta noche?

Siento que la vida es hermosa
que cada sílaba del tiempo
se sumerge en mi sangre
como si fuera una amapola
que me gritara
sus colores
por mis poros
por mi piel.

Siento que mi mujer 
es preciosa
y que mis hijos y 
nietos
me pones tatuaje
de luz
entre mis dedos.

Siento
que me rodean
las Rosalbas y el Benjamín
como una ola segura
de amor y de ternura.

Siento
la pretensión del aire
que se convierte
en vocación de vida
con Amparo, con Mario el Perdomo, con Gloria
con la Clara Emilia
y el Aldo y sus hijos.

Y detrás
se me asoma
la caricia de la eternidad
convertida
en los nombres
de Santiago, Mariana,
Laura, la pulga angelical,
del Camilo y Daniela
que me saturan de golpes y de audacia
la calidad
del sueño de la vida.

Me siento
renacer
como un ángel sin alas
como un demonio sin cuernos
como un hombre
que ha entendido que su piel
y sus dedos
y sus brazos
son tentáculos
que rompen
la lógica del mundo
abrazando
mi pequeña humanidad

Mario H. Perico Ramirez
Diciembre 16 de 1.995



HIJA TE VI BESAR A TU NOVIO



¿Los poetas, que son?  Seres extraños
que se conmueven sin que nadie note.
Se alimentan de sueños y de engaños
y de uno que otro beso de rebote.

¿Y viven, esas gentes? me preguntas
en esta edad sin gracia y sin misterio,
donde las emociones son conjuntas
y el amor un bufón, sin bautisterio.

Viven, hija, y sufren y padecen,
las torturas más dulces y más zafias
que puedas idear, los estremecen.

Por ejemplo: Tu besaste a tu novio jubilosa.
Y yo, que fuí poeta, me condeno
de celos. Porque el capullo se cambio por rosa.


Mario H. Perico Ramirez




TE LLAME MADRE

A Bertilda Ramírez de Perico



Te llamé madre desde la oscuridad
de tus entrañas.

Y aún te llamo.

No sé si me escuchas.

Mi lengua se ha llagado en un instante,
cuando nota que tú ya no la oyes.
Se niega a hablar de tí
y se silencia, porque no sabe
si pronunciar tu nombre 
o dejarte en la muerte.
Quisiera, pero que tonto soy,
mi querer en nada cuenta.

Estas ausente.
Y basta. 
Y tu ausencia es total, definitiva.
No tiene paréntesis.
Es un no estar, en donde estabas,
en tu casa, en tu silla, con tu bastón al lado,
cargada de silencios y de recuerdos.
Porque los años te dejaron, así,
desmantelada como una nave sin timón.
Simplemente sufrías
con las manos dormidas
sobre un espacio en blanco
que tu llamabas corazón.

A veces, te cansabas, de no poder hablar.
Y caminabas dando tumbos.
Y cuando te dormías
con los abiertos, esperando, un no se qué.
Te importaban tus sueños,
insistías en hacerlos verdad
y terca y dura, sin saberlo,
los doblabas entre tus uñas dulces
como aquellos pañuelos,
de lino y de colores,
que de niña
te prendiste a tu cuello.

Lentamente, sin querer dar tu brazo a torcer
te escapaste hacia la soledad.
Tus castillos, ya no fueron de piedra
ni de cal ni de canto,
fueron de seda triste y arrugada,
de presagios, de tempestades, de oquedades.

Se acabó tu sonrisa.
En tu boca la palabra seguía
con alfileres y congojas. Pero insistía en ser
estilete y punzón.
Hasta que al fin,
la tarde de un domingo
te encontraste contigo misma.
Te agrupaste en un nudo de agonías
y casi, sin hablar, y sin quejarte
permitiste cargar tus huesos humillados
de anillos y de argollas
para sentir el ruido de tus dedos
otra vez, junto a ti.
Al fin, volvías a oír, vieja querida.
Y tus ojos, tus cejas, tu saliva,
se inundaron de luz.
También estabas viendo.
Que prodigio.
La muerte te zarpó de entre las venas
como carabela que sabe a donde va.

Autor: Mario H. Perico Ramirez




POEMA DEDICADO  A MANUELA SÁENZ AIZPURU

TOMADO DEL LIBRO DE MARIO H. PERICO RAMÍREZ "Yo Soy  Manuela Sáenz  ¡Y Que...!!"  -Septiembre de 1981, Talleres Gráficos Stampo-Litco, Bogotá D:E. - COLOMBIA



- MANUELA –

Dónde. Dónde pondré mi corazón
y la sangre que brota de sus múltiples brazos.

En qué tierra. En qué desierto seco.
En qué bahía. En qué piedra porosa.
En qué barco para que el agua lo salpique
de sal, de peces, de lenguas afiladas.

Dónde. Dónde lo situaré para que no estorbe
con sus golpes de maza o de tambor
o de arrepentido, o de huracanado,
o de potro salvaje o de leona preñada
o de abeja desdeñada por la miel o la ponzoña
que se escurre babeante, goteante,
líquida fuerza desmañada
que va cayendo lentamente
sobre su piel para ampollarla.

Dónde. Dónde maldita sea. Dónde
me lo dejarán quieto, estático,
castrado de violencias,
derrotado de ensueños,
blasfemo, consumido de cicatrices,
forzado a ser
un colmenar sin zumbidos
o una herida sin sangre.

Dónde?
Guiadme vosotros
los olvidados" los balbucientes,
los carcomidos por las llagas
de los sueños, los amputados
por la cuchilla del silencio,
los de piel de toronja, los
de poros abiertos como cráteres
de mangos putrefactos por
ausencia de nardos o de besos.

Dónde? Ahí.

Donde están todos.

En la tierra de nadie.

En la fosa común.

Bien. Allá lo dejo.


EL AUTOR



Para Mariana:

 

Su nacimiento (diciembre 1984)


Tiembla el dardo
de la luz
y tu en ella te estremeces
mitad carne 
mitad relámpago antiguo.

No sabes de donde vienes
no sabes a donde vas
tienes dedos, pelo, sangre
y un alarido en la lengua
y un temblar en las pupilas,
y un ángel que te rodea
de ternura y de misterio.

Lo demás es una nube
que el tiempo la revelará.

Montoncito de emociones
magia de piel y de ensueños
no sé si prolongarás
mi caravana de afanes.

Ignoro si en tus entrañas
van a vivir  mis palabras
o si serán otras voces
las que demandaran tus sienes.

Ya estás aquí
frente al mundo
con una carga segura
de corpúsculos de estrellas.

Ya estás aquí Marianita
con tus yemas puntiagudas
tu cabecita peluda
tu boca que me recuerda
el corazon de la mía.

Quien te mira
no te ve,
ve a tu padre
ve a tu madre
ve a tu abuela
o a tu abuelo
a ti nadie te conoce
y tú tampoco, mi vida
te reconoces aún,
el tiempo dirá tu nombre
tú huella será la historia
de lo que otros te han dado.

En todo caso Mariana
cristal de siete colores
vas a tener en tus uñas
la rueca de la fortuna,
el hilo del sentimiento,
la mariposa del beso,
la redonda y dulce forma
del agua que se deslíe
facilmente en una lágrima,
vas a tener, además,
la herencia de los metales
que azucaran el sonido
y lo transforman en gritos
y en un rincon de tu alma
seguro que encontrarás
un velero que fue mio
pequeñito y jugeton
con  las velas desplegadas
y listo a hacerse a la mar.

Tu abuelo
Mario H.


"RAZA"


Raza?.....Raza de que tanto pregonan
mi vecina y el cura y el tendero
y la altiva señora del banquero
quien tuvo un hijo negro, siendo mona?..

Raza....Raza de qué, si desentona
la ley de Dios con lo que explica el clero
y al coraje, ni andante ni escudero
lo castran el responso y la corona?...

Raza de hidalgos?...Raza de caciques?...
Imperio de trabucos y alambiques
sobre estéril solar de cobardía.

De la maraña que el ancestro escruta,
solo nos queda puro el hijueputa,
y lo estamos negando todavía.


Mario H. Perico Ramírez

 

SANTIAGO

Santafé de Bogotá, marzo 2 de 1.998.

En el umbral del siglo veintiuno cumples diez y ocho años.

Es un hecho trascendente para ti y para todos los que te amamos. Es apenas iniciar el alumbramiento de un espíritu, como el tuyo,  cargado de las más hermosas condiciones: sensibilidad, talento, inquietud, creatividad, ternura. Es contar con la oportunidad de  usar, gozar y padecer, las maravilllas del futuro que se avecina, recostadas como arcángeles ignotos en la punta de los dedos.

Es, ofrecerle a la vida, tus ojos limpios de la escarcha del pasado y tu propio corazón desgarrado y ansioso, por el latir de nuevas y desconocidas emociones.

Es tener en tus oídos, acuclilladas y sumisas, las inéditas melodías que tus manos pueden arrancarle a las cuerdas de tu guitarra; es el poder apoyar tu frente en el marmol de lo increible y entregarle a tu lengua los vocablos, todavía no escritos que puedas pronunciar o escuchar o vivir, en un futuro.

Con el amor de tus abuelos: Yolanda y Mario H. te deseamos un felicícimo cumpleaños.


VILLANCICO CON MOMBRE DE QUIMERA

El presebre se tiende
sobre los niños
como una mariposa
de maravilla.

Tiene caras distintas
a los ojos del hombre
o del infante.

Pero eso, nada importa,
porque los bueyes,
los gansos, los carpinteros,
los colores del cielo
los alfareros, las mulas
y las vacas y los torneros
y el agua que seduce
y los reyes de pana
y las barbas de trigo
y los corderos
son apenas diamantes
en el joyero
que se tiene en el alma.

 La oración es la reina
que hace cabriolas
en torno a este mundillo.
Y es el hada madrina
que se toma la lengua
para que suelte
tempestades divinas
con sus sonidos.

La oracíon como un niño
baja la frente,
y se sube a la cama
como si fuera
un gato de peluche.
Pone su cuerpo alma
a lo largo y a lo ancho
de las cobijas,
y se queda en sus prenses
lloriqueando
como un ángel que sufre
por tener alas.

Es la oración gitana
que se recrea
tocando castañuelas
y panderetas.
Vibra el pito en sus labios
y entre sus manos,
las cucharas se arrullan
personalmente.


El villancico
viaja entre su boca
navegando de cara
al firmamento.
Pone tildes doradas
en los pequeños
mientras tanto los viejos
se regodean,
mirando pesarosos
las madreselvas,
de sus años pasados
y las quimeras,
que envolvieron sus sueños,
en algodones.

Calla Dios en el cielo.
No pestañea.
Con su mano derecha
mece su barba.
Y entre la izquierda esconde,
un cofre con tesoros,
que un pirata, escondiera,
debajo de la luna
para que alguién;
con cabeza y con piernas
se topara
en las Pascuas felices
de madrugada.

diciembre 1997
Mario H. Perico Ramírez